Está notica es un anecdotico refleja del lugar que ocupan las personas presas. Por desagracia es cierto lo que dice una madre en esta noticia: " No les importan los prisioneros." "Realmente los han olvidado".
Hay mucho camino por recorrer y mucha lucha que iniciar y continuar en este ámbito. Intentemos sacar a la superficie la realidad carcelaria y tomar conciencia de la vulnerabilidad constante de derechos hacia las personas presas.
FUENTE DE LA NOTICIA: http://periodismohumano.com/
Cuando se inauguró en 2005, la Prisión Estatal de Kern Valley en el occidente de Estados Unidos fue considerada “de última generación”. Pero en pocas semanas se descubrió un grave problema: el agua que brindaba a los reclusos estaba envenenada. El líquido contenía casi el doble del nivel máximo de arsénico permitido por las leyes federales. El arsénico es un peligroso cancerígeno. Pero nada se ha hecho desde entonces en esa prisión de máxima seguridad, cuya construcción requirió una inversión de 379 millones de dólares.
“Realmente no les importa”, dijo Bertha Nava, madre de uno de los presidiarios que durante más de cinco años se han visto obligados a beber el agua contaminada. No sólo sabe mal, sino que se ve mal, dijo. “Es como mitad orina y mitad agua”, ejemplificó. Más de 5.000 reos consumen el líquido, que sigue presentando elevadas concentraciones de arsénico, y nadie ha actuado para cambiar la situación, ni los legisladores del estado de California ni las autoridades de la prisión ni los funcionarios del Departamento de Salud Pública.
El sufrimiento de Nava es evidente cuando habla sobre sus esfuerzos y el de otras madres para asegurar que sus hijos tengan acceso a agua segura. “No les importan los prisioneros”, señaló. “Realmente los han olvidado. De hecho, a los animales los tratamos mejor”, añadió.
Beber agua con arsénico puede causar múltiples problemas de salud. Según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, la exposición prolongada a este elemento puede provocar “cáncer de vejiga, de pulmón, de piel, de riñones, de fosas nasales, de hígado y de próstata”. “Se suponía que mi hijo sería liberado en 13 años”, dijo Nava. “Bien, ¿qué problemas médicos va a tener cuando salga? ¿Podrá vivir normalmente? ¿O va a ser liberado simplemente para morir de cáncer?”.
La actitud de las autoridades no le da ninguna esperanza a Nava ni a los reclusos. “Ésta no es una emergencia”, señala en un reciente memorando el director de la prisión, M.D. Biter, y añade que los presidarios “no necesitan un suministro alternativo de agua (por ejemplo, embotellada)”, aunque reconoce que quienes beban el líquido “podrían experimentar daños de piel o del sistema circulatorio, o tener más riesgos de cáncer”. Si bien no ven una urgencia, las autoridades carcelarias prometieron resolver la situación. “La Prisión Estatal de Kern Valley trabaja con (la oficina de) Administración para la Planificación y Construcción de Instalaciones con el fin de colocar un sistema de tratamiento de arsénico”, señala el memorando. “Prevemos resolver el problema para octubre de 2011″.
Pero los prisioneros y sus familias ya escucharon esas promesas antes. Un casi idéntico memorando emitido el 8 de abril de 2008 por el entonces director Anthony Hedgpeth aseguraba que las autoridades de la cárcel trabajaban para “instalar un sistema de tratamiento de arsénico” y prometía resolver la situación para junio de 2009. La dirección de la prisión no ha actuado a pesar de que, en diciembre de 2009, el Departamento de Salud Pública de California emitió una orden instándola a elaborar un plan con etapas específicas para resolver la situación, so pena de sufrir una “acción judicial o penas civiles”. Como la orden no fijaba un plazo para su cumplimiento, ha quedado en suspenso.
Ken August, portavoz del Departamento, señaló que, aunque las pruebas realizadas indicaban que el agua seguía excediendo por lejos el límite autorizado de arsénico, “la Prisión Estatal de Kern Valley había cumplido los términos de la orden” y por lo tanto “no se ordenaron penas esta vez”. El portavoz señaló que las autoridades carcelarias informaron que la construcción del sistema de filtración sería “llevada a licitación pronto”, y que las obras “deberían comenzar en seis meses y tomarían un año para completarse”. Esto significa que el sistema debería estar funcionando a más tardar en febrero de 2012, o sea, cuatro meses después de lo prometido en el memorando de Biter. “Pareciera que no es un grave problema para ellos”, dijo Nava. “Pero estoy segura de que el director no bebe el agua”.
1 comentario:
Y esto no es tortura ???. Además con alevosía. Cada día en los EEUU, no tienen nada que envidiar a los campos de exterminio de la era Nazi.
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