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martes, 30 de noviembre de 2010

             LAS


     REVOLUCIONES


SE PRODUCEN


EN LOS CALLEJONES


SIN SALIDA

lunes, 29 de noviembre de 2010

LA REALIDAD DE LAS CARCELES ESPAÑOLAS, CONTADA POR UN MEDICO EN PRACTICA

La dramática realidad en la que viven los internos en las cárceles españolas, contada por un estudiante de medicina, en prácticas durante mes en una de ellas. Terrible y sobrecogedor...

TRAS LOS MUROS QUE ENCIERRAN A LA BESTIA: REFLEXIONES SOBRE LA PRISIÓN

No sé como empezar a escribir. Llevo un mes pasando consulta en prisión y saber que se acaba me hace sentir una mezcolanza de sentimientos extraña. Se me forma un nudo en la garganta mientras escribo. La pena que me presiona los ojos y se me anuda en la nuez se mezcla con la impotencia y la rabia. Antes podía imaginarlo: ahora lo he vivido, lo he visto por mi mismo. La miseria humana, hecha institución. Supongo que tiene que ver con que la experiencia ha apelado a lo más profundo de mi ser, a lo que me empeño en llamar “humanidad”, por profesar la fe de los que piensan que esto es un principio común a toda la raza humana. Aunque después de esto, quizás sea el peor momento para seguir creyéndolo. Humanidad que surge de contemplar el sufrimiento ajeno, humanidad que me atormenta al saber que poco puedo hacer para aliviarlo. Humanidad que se pregunta cuantos más tienen que ser enterrados en vida en estas tumbas de hormigón armado para que esta sociedad en descomposición comprenda que la barbarie no es cosa del pasado, sino que está muy presente, pagada por nuestros impuestos. Como dicen los Koma: “2 años, 4 meses y un día, justicia: castigo”. La venganza que antaño se cebaba en patíbulos a la vista del pueblo ahora se condensa entre cuatro paredes, materializada en la opacidad de la institución “democrática”. Pero no somos más “civilizados”, sigue siendo venganza, refinada, pero irracional, al fin y al cabo.

Profesionalmente la cárcel ha resultado ser un lugar interesante. Casi que no puedes aburrirte, casi que nunca se hace rutinario. Un individuo privado de libertad en un antro como es un centro penitenciario pierde mucho más que esta. Se considera, ya de por sí, dentro de “un grupo de riesgo” como dicen los epidemiólogos. Riesgo de padecer tuberculosis, VIH, hepatitis, micosis múltiples, problemas gastrointestinales variados, cánceres, toxicomanías, traumatismos, pérdida de dentadura, defectos sensoriales, envejecimiento prematuro.
Riesgo de morir colgado de una soga, riesgo de morir por sobredosis, riesgo de morir desangrado, riesgo de marcarte de por vida, riesgo de perder la cabeza. Riesgo de no volver a ver a los tuyos, riesgo de perder todo lo que eras. Riesgo de acostumbrarte a vivir sin vivir, y nunca más poder sentirte realmente vivo. No. No puedes aburrirte. Falta tiempo, falta tiempo para pensar en como hacer saltar por los aires esta mierda de lugar.
He visto un chico de 20 años a punto de un coma cetoacidósico pretendido, arrollado por quien sabe qué angustias personales. He visto gente drogada, colgada de benzodiacepinas, recetadas por los propios médicos, en un intento de “quitarse condena”, de “robarle algunos días al juez”. He visto personas enganchadas a la metadona, que nunca habían sido toxicómanas, solo porque el abogado de oficio les dijo que estar en el PMM (Programa de Mantenimiento de Metadona) reduciría la pena impuesta por el letrado. He visto multitud de roturas del 5º metacarpo, provocadas por un ataque de ira, un momento de lucidez inminente que te destroza por un segundo la cabeza, y te hace golpear la pared del chabolo, la puerta de tu celda. Aquí, los médicos lo llaman desfogar. A mí me parece que a través del dolor el preso se libera de la alienación que todo el mundo sufre en estos centros de exterminio, y toma posesión de lo único que el estado no les ha robado: su propio cuerpo. Ese que se cortan para hacer casi cualquier reivindicación, “chinándose” las venas, para que un médico llegue y cosa, y la herida cierre, pero quede la cicatriz. Brazos llenos de cortes. Llenos de feas cicatrices, que recuerdan. Recuerdan el trankimazín que no les dieron, el permiso que le denegaron, la conducción que no pidieron, la instancia que nunca llegó a su destino. Cicatrices que nunca curarán, por muy cerradas que estén. Cicatrices que confirman que ya no eres persona, sino preso.
Mierda. Se me derraman las lágrimas. Maldito mundo enfermo>> He visto una radiografía del tracto digestivo de Mohamed, en la que se mostraba una pila. Un intento desesperado de presionar al “señor director”, para que le pida el traslado a la cárcel de Ceuta, donde sus familiares pueden ir a verlo. He visto a un funcionario hacer esperar a una madre que viene de tener un vis a vis con su hijo tras una puerta, a cinco metros de la entrada de la prisión, simplemente por “darle una lección”. El funcionario alega socarrón que la mujer “llama mucho al timbre” (el que hay delante de las puertas, para avisar al funcionario de que alguien espera que las abra, una vez este se ha cercionado de que no es un intento de fuga) y que “se va a quedar ahí un rato para que aprenda”. Capullo.
Puertas que solo se abren si la anterior está cerrada. Puertas inquebrantables. De metal y cristal de seguridad, de seguridad, de seguridad, de seguridad. El carcelero se mete en la garita, fabricada con estos mismos materiales y con el color distintivo de las zonas de funcionariado: el amarillo. Para comunicarte con él, una de las zonas de cristal de unos 5x10 cm situada entre dos barrotes metálicos transversales está separada en dos ojales, uno de ellos corredizo. Para hablar, tienes que doblarte, pues la escotilla está a la altura de la cintura. Postrado, así tienes que hablar con el representante de la institución. Como la configuración de una ciudad, sus calles, parques, plazas reflejan el carácter y cultura de una población, la configuración carcelaria refleja el sometimiento del preso a la institución, y el desprecio que la sociedad le procura.
La cárcel ofrece una imagen dura, pero justa. El olor a detritus de alcantarilla que se desprende ya al llegar al aparcamiento parece anunciar sutilmente, o no tan sutilmente (no hay que estar muy fino para percibirlo), lo que realmente se esconde en el interior. Pasados unos días allí dentro a poco que rasques descubres lo que se oculta tras esa asquerosa fachada (los cristales de las plantas superiores no pueden limpiarse debido a que no hay ventanas que se puedan abrir, ni mecanismo que se le parezca, así que se muestran llenos de la suciedad acumulada durante largos años). Las plantas e incluso la fuente situadas en el patio distribuidor y en los patios de algunos módulos hacen incluso amable la visión del recinto. Por el contrario, las caras de los internos, sus bocas desdentadas, sus arrugas prematuras, sus brazos chinados y sus tatuajes “talegueros” desmienten las primeras impresiones. Claro que cegados por los prejuicios seguramente pocos visitantes accidentales serán capaces de apreciar esto, sin tomarlo como una curiosidad más de ese complejo y extraño mundo aparte que es la cárcel.
Al volver de su primer permiso un interno, uno de los ordenanzas (presos que curran en determinados destinos: lavandería, cocina, limpieza...) de enfermería, con los que he tenido la suerte de relacionarme bastante, me comenta: “no veah como ha cambiao la calle, vieo”. Otro más de los tantos que pierden su juventud en este centro de exterminio meticulosamente calculado por la mente humana. Elaborado tras la imposición de la convención: tiempo = trabajo = dinero, delito ≈ pérdida de dinero, por la que se conmuta un delito “contra la sociedad” (más bien, contra la sociedad que nos imponen) por un periodo de tiempo que se pagará con la pérdida de libertad. La idea más absurda y perfectamente implantada en la mente de la gente ideada por la maquinaria capitalista, en su afán por reducir los interminables matices de la vida humana al patrón oro. Es por esto que el rico se pasea por la prisión, y el pobre “paga a pulso” (expresión carcelaria para referirse a los años de pena cumplidos sin salir a la calle, sin permisos, 3er grado ni libertad condicional, algo bastante común por que estos privilegios pueden anularse por muchos años solo por un parte disciplinario, que te pueden poner por casi todo) largos años de condena. Por eso, entre otras cosas, ¾ de la población carcelaria no supera la renta básica (datos del ministerio del interior, de hace un par de años. Acabo de entrar en la web y la han reformado. La búsqueda de estadísticas por renta ya no esta. Estado corrupto. Putos políticos).
Hoy me ocurrió un ilustrativo episodio. Un interno se queja de que se le hincha la mano. Dos días antes había aparecido por urgencia en el módulo de enfermería, colocado de “benzo” (miosis leve e hiporreflexia a los estímulos luminosos directos y hablando como si tuviese frenillo, sin pronunciar bien la R, atontaillo), con la mano derecha hinchada y dolor a nivel del 5º metacarpiano (puñetazo a la puerta). Se le hizo una radiografía y no hay rotura, así que se le dieron antiinflamatorios y se le entablilló con una férula de Prim (de estas acolchadas por un lado y de aluminio por a otra, prohibida en la prisión, por cierto, como casi todo – seguridad – aunque a los médicos les importe un carajo). Ahora, mientras pasamos consulta en su módulo (módulo 5) aparece con la mano hinchada, y amenaza con denunciar al médico, porque no quiere tratarlo en el momento (el protocolo que este suele seguir es que los internos que no se apuntan a las consultas semanales del módulo son atendidos al final, cuando se terminan los apuntados. Esto permite arreglar solo cosas puntuales, puesto que no se dispone de la historia clínica del paciente en su módulo, ya que está en enfermería por no haberse inscrito con antelación – o porque al funcionario no le ha parecido inscribirlo, o se le ha olvidado... -). El médico le ofrece tratarlo al final, pero el preso insiste en que va a denunciarlo y le pide el nombre completo al médico. Este le dice que tiene derecho a no decírselo, pero le da su número de identificación penitenciaria, suficiente para ponerle la denuncia. El preso se va. De vuelta al módulo de enfermería el médico me comenta que las cosas en el módulo 5 están revueltas (parece que algunos internos se están organizando... y se han encontrado varios “pinchos”) y que es mejor no entrar al trapo, porque entre otras cosas, con el aluminio de las férulas los colegas se hacen armas. Ya en enfermería, estando en la consulta, aparece el funcionario del módulo 5. Le dice al médico “tenía que comentar... sabes que el interno del módulo te ha puesto una denuncia...”. El médico le responde “sí, sí, que haga lo que quiera, está en su derecho”. El funcionario replica “no, era por si querías que le pusiese un parte o algo...”. El médico, distraído escribiendo una historia clínica, le hace gestos con la mano, como para que se vaya. Muy justo todo. ¿Quién dijo abuso?
Como cuando llaman del módulo de aislamiento: “que se han peleado dos internos”. La médica va y al final son cuatro los lesionados. En el módulo de aislamiento, como su nombre indica, están los presos en régimen de 1er grado (viven en el módulo en celdas de aislamiento, con régimen de visitas y patio especiales) y los sancionados, que pueden estarlo por varios motivos (art. 108 del Reglamento Penitenciario del 96) teóricamente hasta 14 días como máximo, también solos en una celda de aislamiento. ¿Cómo se pelean cuatro tíos sancionados en aislamiento si salen solos al patio y el resto del día lo pasan en celdas cuyas puertas son de 5 cm de hierro forjado? ¿Magia? No, instituciones penitenciarias. Seguro que los alrededor de 8 funcionarios que están en el módulo para vigilar a unos 20 presos como máximo, con las medidas de seguridad más punteras y cámaras hasta en la sopa, no tienen nada que ver. Curioso comentar que en el módulo de aislamiento, una verdadera ratonera de cemento, el suelo es antideslizante. Cuestiones de seguridad, no vaya a ser que el funcionario se resbale con los zapatos al “tener que” reducir a un salvaje presidiario.
He visto un módulo completo, albergando de 120 a 140 presos (el módulo 12), completamente lleno de personas con enfermedad mental. Ilegal, completamente ilegal. Una persona con una enfermedad mental no debería estar en prisión, y así lo establece la ley. Pero aquí las ilegalidades no importan a nadie, y menos cuando se justifican socialmente al formular la pregunta “¿y si no, que hacemos, lo dejamos libre para que vuelva a agredir o a matar a alguien?”
En la cárcel todo funciona con trapicheos. Entre los presos sí, pero también en la administración. Un papel, una instancia, una petición de traslado, una petición del art. 196 (excarcelación por motivos médicos) puede tardar en tramitarse media hora, varias horas, o tres meses. Todo depende de a quién conozcas, quien te haga un favor, y quién te tiene manía. A veces estas “cosillas” se traspapelan, ya se sabe, y puede que por casualidad acaben cayendo a la máquina que tritura los documentos inservibles en algún despacho. Cosas que pasan.
Podría seguir contando tantas y tantas paradojas de la institución de justicia y reinserción (reinserción penal: entras y te vas, y vuelves a entrar, y te vas y vuelves, y así hasta que te mueres – media de reingresos de un 60 % según datos del ministerio del interior en 2008-) pero no quiero acabar este escrito sin mencionar la tragedia que queda fuera. La de las familias, que pagan condena como el presidiario. Esta mañana, en la entrada, antes de que comprueben que hay una orden que me permite entrar hasta el día x a hacer prácticas de sanitario, etc. (como todos y cada uno de los días durante un mes) me encontré a una madre que venía de Alicante, a un vis a vis con su hijo. 15 años de condena. Se coge un bus desde su tierra que tarda unas 5 horas y pico. Llega a la penitenciaria a eso de las 6 y media de la mañana, y tiene el vis a vis a las 11. A las 8 (y con mucha suerte) le abren la puerta de la prisión, y se resguarda del frío mañanero. En la cafetería, no hay nadie que le atienda: se cerró, no era rentable. Demasiados pocos clientes. Tristes máquinas de chocolatinas sustituyen el servicio. Entré, y allí quedó. Ahora le quedan otros 500 kilómetros de vuelta a casa, por estar hora y media con su hijo. Muy humano todo, muy humano. Otro de los “derechos” que los presos ven conculcados por el robo de su libertad.
Un funcionario, comenta al médico: “este... este está pidiendo el pase” “puede que termine... babeando”. Se refería a un preso agitado y bastante agresivo, que yo personalmente había tratado. Estuvo en enfermería. Había pasado por tres chabolos (término taleguero para celda) y en los tres había acabado a ostias. No sabían donde ponerlo. Babeando porque cuando ocurren cosas así, a veces el médico lo achaca a trastorno psiquiátrico y le enchufa un “aguacate” (se refieren a un Modecate, un antipsicótico depot – inyectable, de larga duración: varias semanas – que tiene un efecto sedante muy fuerte, seguramente el más fuerte de entre los antipsicóticos de este tipo).
Un muerto por sobredosis. Días antes había estado en la consulta, aquejado de una infección de orina. Esa noche se quejó al funcionario de que no podía dormir (en los módulos, el calor es insoportable. Los presos con peculio – forma en que se le llama a la cuenta bancaria de un interno, por tener unas condiciones especiales y que por narices es del Banco Satan-der, por cierto – compran ventiladores, y a veces lo sobrellevan. En todos los módulos hay aire acondicionado, pero no se pone, ya se sabe, por no contaminar y de paso ahorrarse unas pelillas, así da pa’contratar más funcionarios reinsertores) y dijo que tomaría más medicación (en la cárcel el consumo de ansiolíticos benzodiacepínicos es norma a la entrada – para superar el “trastorno de adaptación”- y a menudo de toda la estancia, por necesidad o no: trankimazín, lexatín, tranxilium, rivotril, valium, sedotime, noctamid, dormicum...). El compañero dice que a las siete de la mañana le escuchó roncar: seguramente, escuchó sus estertores de muerte, agonizando antes de fenecer. Cuando el médico, a eso de las 8 de la mañana, es llamado porque el individuo no se presenta a recuento, el preso está ya rígido, encogido en su catre, ardiendo. El termómetro no es capaz de medir la Tº del cuerpo inerte, lo que significa que seguramente es de 43º o algo superior. Ya van trece este año. Demasiado calor, demasiado calor en el chabolo. Demasiada cárcel.
Allí todos me han tratado bien. Los médicos, los presos y casi todos los funcionarios. Espero imprimir este escrito y podérselo pasar a los internos que he conocido. Me han enseñado mucho, y en algún momento hasta me han hecho dudar de que sufrieran realmente con su condena, por sus bromas, su compadreo y su jovialidad. El ser humano es maravilloso, capaz de adaptarse a situaciones demenciales hasta tal punto, que parece que casi no las está padeciendo. Pero no es verdad. Las padecen. Y sufren, y lloran, y enferman y sienten. Y se muerden los nudillos para no romperse el 5º metacarpiano. Y pierden la vida, como el resto de los encerrados. Se les escapa entre los barrotes. Se queda esperando al otro lado de esa puerta giratoria que yo puedo cruzar... y ellos no. Una jodida puerta. Solo una puerta. Y son disciplinados y sus cabezas se adaptan a esta disciplina mezcla de cuartel e instituto de secundaria para no morir, para no desconectar y acabar mal de la sesera, como tantos otros en este oscuro agujero. Y ocupan su cabeza con cosas fútiles, pasajeras, enfrascados en su trabajo como ordenanzas o en partidas de póker apostando tabaco (todo un privilegio por estar destinados donde están), para no comerse demasiado la olla. Y se afanan en mantener relaciones externas, que bien saben, no podrán durar mucho. O sí. El ser humano es maravilloso. Y seguirán encerrados. Ellos son los que el sistema, la sociedad, califica como presos. Asesinos, homicidas, fraticidas, abusadores, ladrones, estafadores, camellos... Etiquetas que ponen precio a sus vidas, al resto de sus vidas. ¿Delincuentes? Habría mucho que divagar sobre este concepto (que le pregunten a Foucault). Yo solo diré lo que he podido comprobar por mi mismo, como todo lo que he escrito hasta ahora: son personas. Podrían ser mi prima, mi hermano, mi padre, mi tía. Podría ser yo. Podría ser cualquiera de mis colegas de la infancia. Podrían ser el peor de mis enemigos. Ni mejores ni peores que todos: castigados. Atrapados. Enjaulados.

Pero aprenderé a hacer dinamita... por lo pronto, ya me enseñaron la fórmula de la pólvora. Todo se andará (delirios de un joven anarquista).



miércoles, 24 de noviembre de 2010

LAS ONG DENUNCIAN QUE 100.000 PERSONAS QUEDAN "DESPROTEGIDAS"

Primero fueron las asociaciones que representan a los discapacitados físicos, después las organizaciones que trabajan en mediación familiar -servicio que desaparece de los presupuestos- y ahora las 24 ONG que forman la Red de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en la Región de Murcia (EAPN-RM). Organizaciones como Cáritas, Cruz Roja, Cepaim, Murcia Acoge o Proyecto Hombre denunciaron ayer en un comunicado que «más de 100.000 personas quedarán absolutamente desprotegidas y desamparadas en 2011» por los recortes en las subvenciones de la Consejería de Política Social.

El mantenimiento de programas sociales y de las propias ONG será «insostenible». Pero el problema no sólo reside en la severa reducción en los presupuestos de 2011. La Red de Lucha contra la Exclusión Social denuncia que la Consejería «ha paralizado los pagos comprometidos durante este año, hasta que haya fondos. Esto provocará que queden compromisos, acuerdos y subvenciones sin pagar».

Entre los integrantes de la plataforma figuran también Proyecto Abraham, las Hermanas Oblatas, Solidarios para el Desarrollo, Colectivo Paréntesis, ACCEM, Fundación Secretariado Gitano, Copedeco, MPDL, Rascasa, Fundación Sierra Minera, CATS, Fundación RAIS, Traperos de Emaús, Coordinadora de Barrios, CEFIS, colectivo La Huertecica y colectivo El Candil. Hoy ofrecerán una rueda de prensa en la sede de Cáritas para hacer pública su protesta. Después, se reunirán con el consejero de Política Social, Joaquín Bascuñana, para transmitirle su preocupación.

También los sindicatos UGT y CC OO se suman a las protestas. Los sindicatos celebraron ayer una asamblea conjunta con representantes de las asociaciones y ONG afectadas para estudiar la situación.

Mientras, los presidentes de las 16 asociaciones que forman parte de la federación de discapacitados físicos, Famdif, realizarán a partir de esta mañana una protesta diaria frente al Palacio de San Esteban, sede del Gobierno regional.

El objetivo es mantener la iniciativa hasta que el presidente Ramón Luis Valcárcel les reciba. Famdif solicitó el 18 de noviembre una reunión con Valcárcel «ante la gravísima situación», pero ante la falta de respuesta han decidido llevar a cabo esta concentración diaria bajo el lema 'Discapacidad no es igual a Dependencia'

martes, 9 de noviembre de 2010

LA DISCRIMINACIÓN LABORAL DE LAS PERSONAS CON VIH NO MEJORA

- Las personas que viven con VIH enfrentan cotidianamente despidos injustificados, falta de confidencialidad médica, mobbing y exclusión de oposiciones.

- El 32% de las consultas al Observatorio de DDDH y VIH/sida de RED2002 tienen que ver con la vulneración de derechos en el ámbito laboral, informan en un comunicado conjunto este Observatorio y la Federación Trabajando en Positivo con motivo del Día internacional del Trabajo, que se celebró el 1 de mayo.
España, mayo de 2010.- Con una tasa de paro cercana al 19%, estamos en una situación económica difícil. Si hoy por hoy es complicado encontrar o mantener un empleo, las dificultades aumentan para las personas con VIH a causa de la ignorancia y la discriminación. Con motivo del Día del Trabajo, el Observatorio de Derechos Humanos y VIH/sida de RED2002 y la Federación Trabajando en Positivo hacen un llamamiento conjunto a las empresas, sindicatos, mutuas de trabajo y administración para unir esfuerzos en la eliminación de la discriminación hacia las personas con VIH en el mundo laboral.

La realidad nos muestra que todavía nos queda mucho por avanzar. A pesar de la existencia de una legislación nacional e internacional que, teóricamente, ampara y protege a las personas que viven con VIH, durante los últimos años venimos constatando la existencia de situaciones de discriminación hacia las personas que viven con VIH en el ámbito laboral.

El Informe 2009 de la Asesoría Jurídica del Observatorio de DDHH y VIH así lo demuestra. Pese a la existencia de prácticas que vulneran los derechos en todos los ámbitos, la discriminación en el ámbito del trabajo sigue siendo la principal fuente de consulta. Si en 2007 el 30% de los casos de discriminación atendidos por el Observatorio fueron por cuestiones relacionadas con el empleo, en 2008 fue el 31% y en 2009 el 32%. Está claro que estamos ante una situación que no mejora.

Según el informe, los motivos más habituales de consulta son los cambios en las condiciones de trabajo (horario, ubicación física, responsabilidades, salario), la vulneración de la confidencialidad de datos médicos, la solicitud de la prueba del VIH sin tener relevancia para el puesto, la exclusión de oposiciones, las dificultades para encontrar trabajo o los despidos. Igualmente, las 13 entidades que participan en la Federación Trabajando en Positivo, a través de la labor diaria que desarrollan en el apoyo directo a personas que viven con VIH en su proceso de inserción laboral, refrendan que estas situaciones forman parte de su realidad cotidiana. Todas estas circunstancias, colocan a las personas con VIH en una situación de desventaja tanto a la hora de acceder al mercado laboral como a la hora de mantener su puesto de trabajo.

El peso del estigma

Los prejuicios y la ignorancia entorno al VIH perpetúan un estigma que infunde miedo a la sociedad y dificulta a las personas afectadas revelar que viven con VIH en determinados entornos como el laboral.

Si bien la persona trabajadora no tiene la exigencia legal de comunicar que tiene VIH (partiendo de la consideración que las relaciones en el entorno laboral no pueden considerarse como una situación de riesgo para la transmisión del VIH), el ocultamiento de la enfermedad supone una presión y un estrés psicológico muy importante que no favorece el proceso físico (incluyendo el rendimiento laboral). De hecho, en muchas ocasiones, la persona llega a poner en riesgo su propia salud, anteponiendo la ocultación de su seropositividad a aspectos como acudir a las citas de seguimiento médico, tomar correctamente el tratamiento médico o solicitar, en el caso de necesitarla, una adaptación de su puesto de trabajo a su estado físico y psicológico actual.

Sin duda, el temor a ser rechazado en su entorno laboral e incluso a llegar a ser despedido por este motivo suponen para la persona una pérdida en sus derechos y una nueva barrera, la relacionada con tener que vivir constantemente pendiente de que su entorno descubra su condición de persona con VIH. Si has experimentado alguna vulneración de tu derecho laboral puedes comunicarte con la Asesoría Jurídica gratuita del Observatorio (607 733 411) o con la Federación Trabajando en Positivo (660 479 148).

Una tarea de todas y todos

Ante los devastadores efectos de la discriminación de las personas con VIH en el ámbito laboral, la Federación Trabajando en Positivo y el Observatorio de DDHH y VIH de RED2002 insistimos en pedir a todos los actores involucrados que tomen medidas: empresas, sindicatos, mutuas de trabajo y administración.
Así mismo, desde la comunidad, también debemos trabajar en acciones encaminadas tanto hacia la eliminación del estigma como a la prevención y denuncia de las vulneraciones de derechos. Debemos conseguir que todos los actores se involucren de verdad con este tema, poniendo los medios necesarios para cumplir la legislación y para que se produzca una igualdad efectiva y real de derechos de las personas con VIH.


SOBRE EL OBSERVATORIO DE DDHH HUMANOS Y VIH – RED2002

En 2003 se creó el Observatorio de Derechos Humanos y VIH/sida como proyecto de la Red Comunitaria sobre el VIH/sida del Estado español (RED2002), financiado por el Plan Nacional del Sida del Ministerio de Sanidad y Política Social, con los objetivos de abordar el estigma y la discriminación relacionados con el VIH, visibilizar los casos de vulneración de derechos y sensibilizar a la población sobre esta situación. Para ello, entre sus actividades desarrolla el Servicio de Asesoría Jurídica confidencial gratuita. Todas aquellas personas que viven en España y consideren que han recibido trato discriminatorio relacionado con el VIH, pueden contactar con el servicio de Asesoría Jurídica, a través del correo electrónico, página web, teléfono y correo postal.

SOBRE LA FEDERACIÓN “TRABAJANDO EN POSITIVO”

La Federación Trabajando en Positivo inicia su labor en 2007 como una red de trabajo promovida por entidades vinculadas a la lucha contra el Sida del Estado Español que se encuentran interesadas en trabajar de forma específica y conjunta para ser más eficaces y significativas en un ámbito concreto: la inserción laboral de personas que viven con VIH.

Actualmente, son 13 las entidades que forman parte de la Federación, representantes de 9 Comunidades Autónomas diferentes.

Desde su origen, la Federación se constituye como un espacio en el que estas entidades puedan participar, comunicarse, intercambiar información y conocimientos, manifestar las necesidades de los afectados, así como aprender y apoyarse entre sí, además de permitirles, por una parte, cumplir un papel reivindicativo ante la administración y ante la sociedad en general y, por otra, desarrollar programas alternativos, integrales y globales de empleo. Su aspiración principal no es otra que contribuir a la eliminación de la discriminación que existe en el mundo laboral hacia las personas que viven con VIH.

Fuentes: http://www.noticiasmedicas.es/medicina/noticias/2706/1/La-discriminacion-laboral-de-las-personas-con-VIH-no-mejora/Page1.html

jueves, 4 de noviembre de 2010

VIH EN PRISIÓN POR J.A LOPEZ MARTINEZ

Ver imagen en tamaño completoEscribir, emitir una opinión, respecto del virus de inmunodeficiencia adquirida, VIH, significa tener presentes, a todas esas personas, renombradas y anónimas que, dejaron su vida, sin beneficiarse de las terapias que han ido consiguiéndose desde los diferentes organismos de investigación. Significa también, tener presente las consecuencias de no haber dispuesto de la información necesaria para no contagiarse. Recordemos aquel empecinamiento en aseverar que, sólo se contagiaban aquellos que estaban en grupos de riesgo, homosexuales, drogadictos. Aquella vorágine de desinformación estaba causada mayormente por el miedo a la enfermedad y por la súbita aparición de una enfermedad que reunía todos los síntomas de plaga, de maldición.

Con el transcurrir del tiempo, vimos que el VIH no se contagiaba por la “saliva”, la información se había convertido en más humana cuando se comprobó que el grupo de riesgo era toda la población, ya no había discriminación, pues cualquiera podría ser portador del VIH si no tomaba las precauciones ya conocidas por todos, medios profilácticos, no compartir jeringuillas. Ser responsable en suma. Recuerdo que precisamente uno de los eslóganes para combatir, el contagio era el de llevar una vida ordenada, y cumplir a rajatabla con los cánones de seguridad.

En las prisiones ocurrió lo mismo que extramuros. La gente moría de la noche a la mañana y entonces se vio que ser portador del VIH no era más que un suplemento de castigo a la situación de privación de libertad. El test que detecta el virus en la sangre comenzó a utilizarse en la prisión de Torrero (Zaragoza) y el resultado del mismo no pareció inquietar a las autoridades civiles y sanitarias, pues la población reclusa se había contagiada en al menos un 70 por 100. La información la tenían los gobiernos ya alarmados por la enfermedad – nos referimos a los años 1982-83 – y de la misma manera que los funcionarios evitaban contagiarse pudieran haber intervenido para intentar al menos que jóvenes rebosantes de salud se convirtieran en piltrafas humanas repudiadas hasta por los mismos compañeros. Baste recordar, que antes se servían de los presos para satisfacer la demanda de plasma sanguíneo, y en la prisión de Huesca, se efectuaban extracciones, al libre albedrío del interno, que solía compensársele con comunicaciones de vis a vis familiar, y alguna Nota Meritoria.

Esos primos presos, que jamás supusieron mal alguno para el receptor de su sangre, se fueron contagiando masivamente hasta el punto de convertir las cárceles españolas en una constante capilla ardiente. Este, nuestro país, España, tiene una página negra en la historia penitenciaria de la democracia. Si por un lado cesaron los malos tratos, pudimos ver que tan sólo se habían transformado, taimado apaño, en una elección personal... Si te drogas vía intravenosa te contagiarás. Si te cacheo y te encuentro una jeringuilla te sancionaré cual objeto prohibido que es.

Así que durante más de una década, la lectura del art. nº 1 de la Ley Orgánica General Penitenciaria de 26 de septiembre de 1979, sencillamente se ignoraba.

Salvaguardar la vida del interno, velar por su seguridad, no estaba en las prioridades de un sistema que tiene buena venta. Hoy podemos ver cómo se manipula la realidad utilizando un programa de televisión, o cómo por mor de delitos escalofriantes nos siguen ocultando lo que realmente ocurre intramuros. Jamás encontraron obstáculo de consideración en seguir manipulando la realidad de la situación penal y penitenciaria.

Quisiera que estas palabras sirvieran para recordar a tantos y tantos jóvenes que dejaron su vida entre rejas, la mayoría productos de un sistema que mezcla, distorsiona, oculta, y, sobre todo, predispone al individuo a errar en su vida para acabar con ella del modo más triste: la cárcel.

Archivo extraido de http://www.infoprision.com/documentosyarchivos