«Andar un kilómetro en línea recta».
Tras la respuesta de fieltro, tras el preso echando a caminar sin muros por un sendero, se esconde un libro que rasca. La frase del recluso da título al trabajo sociológico más ambicioso sobre el universo carcelario realizado en España –3.253 cuestionarios de 46 prisiones distintas–, la muestra más numerosa jamás alcanzada en los estudios penitenciarios de nuestro país.
Se llama Andar 1 Km en línea recta. La cárcel del siglo XXI que vive el preso. Detrás están los profesores Julián Ríos y Manuel Gallego, el abogado José Luis Segovia y el sociólogo Pedro Cabrera. La investigación
parte con un objetivo : «Conocer la realidad para contribuir a transformarla». O dicho de otro modo, cómo humanizar esa mole de hormigón que es la cárcel.
«El sistema penal en general y la prisión en particular deben estar en continua revisión crítica debido al intenso dolor y sufrimiento que genera en las personas, tanto en víctimas como en condenados», comenta el penalista Julián Ríos.
«Lamentablemente», opinan los autores, la actual configuración de la instrucción, el enjuiciamiento y la ejecución penitenciaria dejan muy poco espacio a la expresión de sentimientos y a las actitudes responsabilizadoras y reparadoras que conlleva».
¿Qué es lo que le dirías a tu víctima?
¿Qué le dirías al funcionario si pudieras hablar con él? ¿Qué harías nada más quedar en libertad?
Más allá de los porcentajes, el trabajo es un tirabuzón de vidas. Este es el corazón que late en el patio.
Permisos y régimen.
«Hay funcionarios a los que les gusta venir a encender la luz a las tres o cuatro de la mañana y despertarte con la linterna a golpes», dice un preso a cuenta de los recuentos, sufridos por más de la mitad de los reos.
El informe hace especial hincapié en los medios coercitivos utilizados para reducir a los internos. El 24,6% menciona los grilletes; el 22,1%, la fuerza física; el 19%, el aislamiento; las porras las han sentido el 12,5%, y los sprays, el 3,3%.
Dos tercios de los internos no han disfrutado de ningún permiso de salida desde que están presos. El 60% ha sufrido cacheos con desnudo integral a pesar de la jurisprudencia que lo reprueba. Así hablan de su vida ahí dentro.
«Estuve esposado a la cama durante nueve días de manos y pies, en cruz, a base de gomasos». «La última tortura fue en Topas, amarrado boca abajo me pusieron los grilletes y me quedaron en slips. Me hecharon dos mantas mojadas y me golpearon. Me introdujeron una goma en mi parte trasera». «Un funcionario me llamó negro y me dijo que en mi país estoy pasando hambre y que aquí estoy comiendo bien». «Me sacaron a un piso junto al cuartel de la Guardia Civil. Me pusieron una bolsa en la cabeza, metían mi cabeza en un cubo de agua y recibía golpes».
El 75% de los presos no denuncia. De todas las denuncias que fueron interpuestas se archivaron tres de cada cuatro. Sólo en un 4,7% de los casos fue condenado el funcionario. En el 58,9% de los asuntos, el denunciante acabó siendo condenado.
¿Qué le dirías a tu víctima?.
Frente al espejo de la víctima, el rostro del verdugo tiene menos cicatrices. El 67% de los condenados lleva un discurso de arrepentimiento bajo el brazo por si alguna vez se echa a su damnificado a la cara. Sólo un 22% tiene un discurso de exculpación si se le sitúa hipotéticamente frente a su víctima. Un 11% muestra indiferencia con respecto a la persona agraviada. ¿Qué le dirías si la tuvieras delante? «Amigo, perdóname por todo el daño que te ocasioné, te pido por favor que me perdones». «Aquí tienes mi vida, haz con ella lo que quieras». «Siento muchísimo lo ocurrido, no fue mi intención causarle la muerte, estava muy borracho y drogado y no sé ni cómo pude llevar el arma y terminar de esta manera». «Le pagaría el daño que hice como fuera».
¿Qué le dirías al funcionario?.
«La mayoría son buena gente, pero donde me encuentro hay cuatro personas que dan vergüenza agena por su comportamiento déspota y chulesco». «Que no se esmerentanto en su cometido, que no fuesen represivos y que simplemente nos trataran con respeto y humanidad».«Que agan su trabajo y pasen de todo lo que no les perjudica. Ej.: no tratar a los presos como perros porque eso crea odio». «Que deben recordar que están trabajando con personas, y no con animales, que las frustraciones de cada uno se deben dejar en casa y no pagarlas con quien se cree que se puede». «No somos animales de laboratorio, no oséis menospreciar a vuestros semejantes porque quebrantaréis uno de los 10 mandamientos: amarás al prójimo como a ti mismo».
¿Qué harías libre?.
El informe recuerda que los presos «también tienen sueños», que «anhelan su libertad » y que desean utilizarla «satisfaciendo cosas elementales». La pregunta clave fue qué harían el primer día en libertad. «Andar un kilómetro en línea recta». «Ver una puesta de sol, sin muros». «Tocar el mar». «Irme a un sitio alto, tipo montaña, y poder gritar y sacar todo lo que llevo dentro y aquí no puedo». «Ducharme en una vañera con agua claiente y mucha espuma». «Mirar el cielo, respirar profundamente y luego pensar lo más positivo que tengo dentro de mí».
La cárcel en España. El informe señala que, en 30 años, España ha pasado de tener 18.583 personas presas a contar con 76.259 (julio de 2009). Nuestro país, con 164 encarcelados por cada 100.000 habitantes, está a la cabeza de la Europa occidental en población carcelaria.
¿Quiénes son los presos?
El 90% es varón, el 35% es soltero y la edad media del recluso es de 36 años. Casi la mitad tiene únicamente estudios primarios, un 7% no acabó ni siquiera ese ciclo y un 1% de la población presa es analfabeta.
Los trabajadores no cualificados están sobrerrepresentados (son el 56%), mientras que con los que tienen ocupaciones de cuello blanco sucede lo contrario (15%). El 80% de los presos extranjeros dice que no tiene apoyo de su embajada o consulado.
Tratamiento.
El 86% no ve nunca al jurista y un porcentaje similar dice no tener constancia de la existencia del pedagogo. En un espacio que causa estragos sobre la salud mental, cuatro de cada 10 no han visto nunca al psicólogo. El 11% de los drogodependientes asegura que necesitaría un tratamiento, pero no lo tiene.